martes, 9 de noviembre de 2010

Mirar el objeto es hundirse en él, Proenza Schouler resort 2011

“Obsesionado por el ser, y olvidando el perspectivismo de mi experiencia, lo trato de aquí en adelante como objeto, lo deduzco de una relación entre objetos. Considero mi cuerpo, que es mi punto de vista sobre el mundo, como uno de los objetos de este mundo. La conciencia que tenia de mi mirada como medio de conocer, la sofoco y trato a mis ojos como fragmentos de materia. A partir de entonces, toman su lugar en el mismo espacio objetivo en que intento situar el objeto exterior y creo engendrar la perspectiva percibida por la proyección de los objetos sobre mi retina.” Maurice Merleau Ponty, Fenomenología.


Me gusta mirar Proenza Schouler resort 2011, me convoca por la cercanía que me  sugiere (no es tan fácil ni frecuente sentirse cercano a una creación).
Muchas veces olvidamos que detrás de ciertas colecciones, hay una idea. Mucho más que eso hay un espíritu, cada prenda lo lleva y sirve al propósito de la expresión. Cuando se trata de Proenza Schouler, la ropa transmite. Cuando puesta en cada uno y cuando hecha para muchos, para todos, para quienes sientan ese particular contacto con la propuesta.
En el caso de Proenza Schouler resort 2011, que según Lazaro Hernandez y Jack McCollough's (los dos nombres detrás) se trata de ropa “real, para sus amigos” subyace una realidad: todos querríamos ser sus amigos. Basta verla para descifrar su viaje a india. Inspirador, no cabe duda.
Transmisores de un aire de informalidad tan bien moldeada que no da lugar a la más mínima impresión de una apariencia desalineada.

Las líneas son perfectas. Dentro de este refinamiento, se nota la influencia Chanel en los cortes de blazers. Algunos genialmente dilatados en su longitud, otros bien cortos, fieles al estilo. Van acompañandos con shorts de talle alto, dando ese aire de sofisticación, de seriedad, de vuelta al pasado, lograda a pesar de los textiles con colores que parecen extraídos de los típicos pantalones de los militantes de izquierda de un partido de la facultad de Ciencias Sociales. Porque claro, en esta colección emerge la adaptación de una “Baja jacket”, coronando unos shorts llenos de cuadrados de aristas redondeadas, con la simple belleza del blanco y negro, una figura bauhaus sobre textura algo bohême.
Hay encanto en la propuesta, subyacen aires de protesta. Toda la memoria con la que asocio esos ideales plasmados en pantalones a rayas, se sofistican tanto en la colección, en la que logro sentir el espíritu de militancia inteligente, acompañado de la delicadeza intelectual, que se termina de enaltecer con accesorios de color, contrastes y formas planas que ponen el broche para cerrarla  con gotas de feminidad -y porque no, feminismo- indispensables.
La propuesta Proenza Schouler en esta ocasión: flat peep toe sandals, cómodas, si, esta mujer camina y al parecer mucho. Maxi-bolsos de colores planos, y aveces bandoleras por supuesto tiene mucho que guardar y necesita usar las manos, va de lugar en lugar. Imposibilidad de pasar desapercibida, everything in it´s right place con una incongruencia que significa originalidad. Vestidos jackie reformulados, hechos aún más fáciles de llevar, con géneros que los enaltecen y a la vez les aportan aires de cierta infancia eterna.
 
Me enorgullece sentirme cerca de esta idea. Tal vez porque estudiando sociología en la Universidad de Buenos Aires uno siente cierta escisión interna, en la que no se permite pensar la moda como un fenómeno social de gran importancia.
 Quien sabe bien porqué, moda es una palabra insustancial allí, un espacio vacuo, como si no existiera detrás de ella, en tanto manifestación artística, algo que decir de lo social. Y como si no se viera sujeto el hecho social del vestir a toda una serie de estructuras que le hacen ocupar un lugar dentro del lenguaje. Dice Susana Saulquin que la moda actúa como registro sensible de las variaciones de la sociedad, habrá quienes la escuchen, otros preferirán omitirla y continuar reduciendo el fenómeno a su aparente frivolidad.
 Imagino que Proenza se ríe de esto, y demuestra que detrás hay un mensaje, hay una ideología, inevitablemente inmersa en el circuito del consumo como cualquier otro bien culturar en nuestros días. Y no está mal. Eso no le quita valor artístico y mucho menos anula el mensaje que descansa bajo la obra. Porque esta y cada colección es eso, una obra.
Si sabemos, entonces entendemos, y así podemos.
Yo creo que puedo entonces afirmar que en esta colección sentí, desde la afinidad visual un cariño con mis días de facultad, lo que me permitió valorar la propuesta desde el tipo de mujer que está proponiendo (inteligente, comprometida, cómoda consigo misma y con su saber, mujer que no necesita exagerar su sensualidad porque esta radica en su más profunda intelectualidad y su compromiso). Pero más allá de esto creo haber podido conocer la idea detrás. Lo cierto es que convoca, y une conceptos al parecer aislados.
M.M. Ponty dice algo acerca de esta sensación y de esta acción,”mirar un objeto es habitarlo”. Yo digo que tiene razón.




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